Tipos de adoradores: ¿Cuál eres tú?
La adoración es una de esas cosas extrañas que no siempre entendemos. Muchas veces mientras estoy ministrando o tocando miró alrededor del salón y veo las diferentes reacciones de las personas.
Hay aquellos que parecen estar perdidos entre la música y las personas que los rodean, no tienen idea en qué están metidos. Pero algo sucede durante una de las canciones: una sincera reacción de asombro, desesperación, amor, remordimiento, arrepentimiento o simplemente una alegría inexplicable que brota de su interior. Es una de esas cosas que tienes que vivirlo para entender realmente lo que estoy tratando de explicar.
Luego están aquellos que siempre tiene los ojos bien abiertos, están muy presentes a lo que está sucediendo en el salón y saben exactamente dónde están. De hecho, por lo general, están pendientes de todos los demás mirando lo que está pasando pero mantienen su boca cerrada. Tal vez piensas que me estoy refiriendo al nuevo que viene en la iglesia por primera vez, pero generalmente este tipo de personas son aquellas que han estado en la iglesia por años.
Recuerdo que un líder me dijo una vez: “Simplemente no entiendo, no soy músico, no tengo swing y no entiendo la adoración”. ¡¡Un líder me dijo esto!! Cuando uno ve a personas así, uno se pregunta si realmente han intentado adorar o si simplemente están satisfechos disfrutando de la música hasta que pueden escuchar la parte que sí comprenden; la Palabra.
Hay otro grupo, y creo que es la mayoría de las personas, la mayoría del tiempo. Es posible que hayan experimentado un momento especial en la adoración, pero no es algo regular para ellos. Llegan tarde al servicio, entran rápido para buscar donde sentarse, cierran los ojos, levantan las manos y cantan…pero no sienten nada. Por lo menos están haciendo algo…pero realmente no existe esa conexión profunda, ese vínculo sobrenatural que mueve algo profundo dentro de su alma.
El problema es que la gente trata de entender la adoración como si fuera algo de la cabeza. Se preguntan ¨.¿cómo puedo adorar correctamente?” Tal vez debería haber titulado este blog, ¨Dos pasos para entrar efectivamente en la adoración¨. Pero no funciona así y te darás cuenta al seguir leyendo. Si tal vez no has logrado entenderlo, o tal vez lo intentas pero no logras conectarte, hay dos cosas que creo que pueden ayudarte.
La Biblia dice: “Pero se acerca la hora, y ahora está aquí, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre está buscando que tales personas lo adoren. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad ”(Juan 4: 23-24 ESV traducido).
Se pueden sacar miles de charlas de esta escritura, pero para mí es muy simple y se trata de dos cosas. Lo primero es la alabanza, esa es la parte de la verdad. En su libro Secretos de un Guerrero de Oración, Derek Prince escribe esto acerca de la alabanza:
“Alabamos a Dios por quién es Él y por lo que hace en general. El agradecimiento se ofrece a Dios por lo que Él ha hecho especialmente por nosotros”.
Para mí esa es la parte de la verdad: quién es Dios. No puedes alabarle si ni siquiera sabes quién es. ¿Cómo conoces quién es? A través de Su Palabra. Y no puedes dar gracias si no sabes lo que Él ha hecho por ti. El salmista escribió: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre” (Salmo 100: 4).
La mayoría de las personas se quedan estancadas aquí, simplemente no entienden la magnitud de quién es Dios y lo que ha hecho. Saben cómo servirle, darle su tiempo y dinero a Dios, pero él que se detiene ahí simplemente practica una religión y no tiene a una fe viva y genuina. Esto nunca te cambiará, cualquier persona de cualquier religión puede “adorar” sirviendo. A veces solo tienes que hacer lo que David escribió: abrir tu boca y comenzar a expresar tu alabanza y agradecimiento a Dios. Esto es lo que les diría a aquellas personas que nunca abren la boca en la alabanza, ¡solo hazlo! Deja de observar, cierra los ojos y solo di algo sobre quién es Dios y qué ha hecho.
Sin embargo, esto sigue siendo solo conocimiento de que se debe adorar en verdad y con conocimiento, pero carece de ese momento sobrenatural que cambia la vida, esa conexión real con el cielo. La segunda cosa de la que creo que habla este pasaje es la adoración. Derek Prince acertadamente pone en el mismo libro mencionado arriba:
“La adoración es poco entendida en la cristiandad contemporánea. La adoración no es cantar himnos o coros; la adoración no es una declaración de los atributos de Dios. La declaración tiene que ver con la alabanza y acción de gracias; la adoración tiene que ver con la actitud.¨
Hay muy pocos que llegan hasta aquí, a la adoración real. Esto es porque la adoración no es algo que haces, sino que es una actitud ante Dios, y la mayoría de las personas no lo entiende. Aquí es donde la adoración realmente te mueve, te cambia, y produce esos momentos increíbles que cambian la vida, en los que todo se detiene y es como si tu alma fuera arrancada de ti y llevada al cielo. Son estos momentos los que hacen que quieras gritar “¡NO QUIERO SALIR DE ESTE LUGAR!” Y como dice Derek Prince, en realidad no necesitas himnos o coros, es decir, no necesitas a tu líder de alabanza favorito cantando a todo pulmón con la música sonando duro (¡aunque ayuda!). Solo necesitas tu boca para empezar a declarar palabras de alabanza y gratitud y luego tu corazón se abrirá y humillara ante el gran YO SOY.
La adoración nos lleva a tener un encuentro con Dios el Padre lo cual cambia nuestras vidas para siempre. Si nunca has experimentado esto, te motivo a que la próxima vez que vayas a la iglesia llegues un poco antes, asegurate de que no hayan distracciones (si tienes hijos, llévalos a que tengan su propio encuentro con Dios en la Zona Kids), olvidate de la persona que está a tú lado, deja de mirar a tu alrededor, cierra los ojos, abre tu boca y comienza a derramar tu corazón delante de Él. Deja que la letra de la canción te guíe para tener ese encuentro con Él a través de esa adoración espiritual, que es de corazón y con la actitud correcta.